Historia
La actividad del Palacio de Congresos de Córdoba se desarrolla en el antiguo Hospital de San Sebastián construido en el siglo XVI por el célebre arquitecto cordobés Hernán Ruíz I, popularmente conocido como “El viejo”. Este edificio está declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía ubicado en pleno corazón del conjunto histórico de Córdoba declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Su localización en la calle Torrijos frente a la Mezquita-Catedral no es casual, lugar que fue y es el epicentro gravitatorio de Córdoba a lo largo de varios siglos; un cruce de culturas de respeto y convivencia continua que tanto caracteriza a Córdoba.
ARQUITECTURA
Capilla
El Hospital de San Sebastián fue levantado entre 1513 y 1516 bajo las trazas del maestro arquitecto Hernán Ruiz I, o popularmente conocido como Hernán Ruiz “el viejo”. El arquitecto trabajó a caballo entre el estilo del gótico final y los primeros atisbos del Renacimiento en la ciudad de Córdoba. El esplendor de la arquitectura del maestro se puede apreciar especialmente en la portada y capilla del propio Hospital orientada hacia la Calle Torrijos.
En la portada exterior se muestra una auténtica obra artística de exquisito gusto y extrema belleza, y en donde se plasma un programa iconográfico y decorativo de formas góticas que se complementan con las formas arquitectónicas y ornamentales del monumento de la Mezquita situado en la misma calle justo enfrente del edificio. Enmarcada la portada por un arco de medio punto con conopia y tímpano de tracería gótica, flanqueado por dos pilastras decoradas con candelabros y rematadas por agujas de motivos florales, no es de extrañar que fuese modelo y objeto de numerosos dibujos y pinturas de viajeros y artistas románticos que quedaron maravillados por sus formas. Su coronamiento de crestería floral es casi idéntico a la que el autor empleó en los pórticos del Patio de los Naranjos de la Mezquita. La portada acoge relieves de formas de la representación del Santo Titular, San Sebastián, los apóstoles Pedro y Pablo, y otras figuras de identidad desconocida, todas sobre peanas y bajo doseletes.
En cuanto al interior de la capilla, su única nave se dispone con orientación del altar hacia el Norte. La bóveda del presbiterio es de crucería estrellada cuyos nervios arrancan de una ménsula de decoración vegetal gótica. En cuanto a la bóveda central de la nave, está compuesta de claves de terceletes y pinjantes con estrellas y motivos del martirio de San Sebastián. Resultan de interés los pilares del arco toral que están constituidos por un haz de estrechas columnillas, ascendiendo en altura hasta un capitel que las envuelve a modo de faja. A los pies, un arco carpanel da paso al coro que es cubierto por otra bóveda de terceletes, obra fruto de la intervención del siglo XIX.
En cuanto al retablo de estilo barroco, procede del desaparecido Hospital de San Bartolomé de las Bubas, obra de Teodosio Sánchez de Rueda. En él se disponen tres paños pictóricos: está encabezado por una pintura de María Magdalena, San Francisco de Asís y San Juan de Ávila. También muestra una hornacina central vacía en la que probablemente pudo albergar una imagen de San Sebastián, patrón del Hospital.
Pero anterior a este retablo barroco, hubo un retablo primigenio desaparecido. Tan solo ha llegado a nuestros días como único elemento, una tabla de Nuestra Señora de los Ángeles, obra del pintor montillano Baltasar del Águila en 1570 y hoy encontrada en el Museo de Bellas Artes de Córdoba.
El púlpito, pila bautismal, vidrieras y la cancela de cerrajería artística en conexión con el patio mudéjar son de mediados del siglo XX.
En la actualidad la capilla se encuentra desacralizada y es utilizada como entrada noble al Palacio de Congresos.
Patio Mudejar
El Patio Mudéjar es un amplio espacio abierto en torno al cual se articula el edificio. Constituido de dos pisos, Hernán Ruiz I trabajó con un elegante estilo claustral con arcos peraltados sobre pilares de ladrillo ochavados que dan luz a todas las dependencias que lo circunscriben incluida la propia capilla. Diseño e influencia que tomó claramente del patio de los Naranjos de la Mezquita, así como a otras creaciones mudéjares en la ciudad de claustros de conventos. Si bien la superficie del ladrillo de las pilastras ochavadas quedaba a la vista, solía revestirse de pinturas con motivos vegetales, geométricos e incluso epigráficos de influencia islámica o cristiana.
Teniendo en cuenta la funcionalidad de hospital en su origen, las principales dependencias fueron destinadas a la planta baja como el archivo, la botica o la enfermería mayor.
Este patio ha sufrido diversos cambios, añadidos y restauraciones a lo largo de la historia. La última intervención ha sido concluida en el año 2023 manteniendo su característico empedrado, y se ha eliminado los añadidos del siglo XX que atentaban contra el patrimonio. La galería superior se ha acristalado para adaptarse como otro espacio funcional más para las necesidades expositivas y congresuales.
De este modo, se conserva el patrimonio histórico-artístico, pero prestando servicio y funcionalidad para las necesidades del siglo XXI, propiciando con ello a su mantenimiento y puesta en valor, así como acercando al visitante la historia y el arte de Córdoba.
Adarve y muralla
En el interior del palacio se ubica un antiguo adarve de la muralla del siglo IX. Se tratan de los restos arqueológicos del muro nororiental del alcázar andalusí cuyas torres delatan una técnica que se remonta a los tiempos del emirato de Abderramán II, entre el año 822 y 852. El adarve llamado durante época cristiana “Callejón del adarve de las casas del Obispo”, ha sido recuperado para su transición en las recientes obras de remodelación del Palacio de Congresos, siendo además un perfecto nexo de unión con el auditorio vanguardista para la celebración de eventos en Palacio de Congresos.
Al final de este adarve se encontraba un al antiguo huerto en época de funcionamiento del hospital. El huerto no solo servía como abastecedor de alimentos y de plantas medicinales para ser tratadas por los boticarios, sino que también en él se daba sepultura a los enfermos y pobres fallecidos en el hospital.
Julio Romero de Torres. Antigua Sala de Enfermería
La sala destinada a la actividad congresual llamada en la actualidad Julio Romero de Torres, fue enfermería principal desde el momento de su creación y durante los siglos en el que edificio fue hospital. Posteriormente fue reutilizada como salón de lactancia cuando el Hospital de San Sebastián pasó a ser Hospicio o Casa Cuna. Más tarde, en época de internado y colegio, este gran espacio se convirtió en aulas y salón de actos donde los niños realizaban diversas actuaciones como la recreación del Portal de Belén en Navidad.
Al fondo de la dependencia hay una reja que comunica con la capilla y desde la cual se permitía oír misa: primero los enfermos desde la cama en época de hospital, y después los niños en época de Casa Cuna. Tal era el rigor de las Hermanas de la Caridad que gestionaban el hospicio que, si no había constancia de que un niño no estuviera bautizado al ser entregado en el hospicio, este recibía Aguas Santas en el Sagrario de la Catedral de Córdoba.
Destacan de este gran salón las pinturas que se conservan en los muros. Se tratan de frescos del siglo XVI de autoría desconocida que narran escenas de Cristo y de la vida del patrón del Hospital, San Sebastián. Desafortunadamente en la actualidad solo se puede disfrutar de algunas lagunas pictóricas, pero podemos imaginar todo el paño mural recubierto de pinturas al fresco las cuales veían los enfermos del hospital primero, y los niños del hospicio después desde sus camas.
Cafetería
Este espacio donde se ubica la cafetería ha sido rehabilitado recientemente como restaurante y cafetería en el que se ofrecen productos locales de Córdoba y provincia, así como recetas de la gastronomía tradicional cordobesa y serrana, pero con aire innovador y de vanguardia. Destacan el vino de las bodegas de Montilla y Moriles, carnes ibéricas con denominación de Origen Los Pedroches, o los quesos producidos en nuestra provincia.
En las obras de rehabilitación de este espacio, apareció un antiguo muro de mampostería del siglo VI después de Cristo. Dicho muro se encuentra localizado justo debajo de la barra-mostrador de la cafetería. El muro ha sido documentado por arqueólogos y expertos con la decisión de mantenerlo oculto bajo nuestro suelo actual para su protección y conservación.
En el patio del restaurante hay dos bustos escultóricos de Quijote del artista cordobés Aurelio Teno inspirados en la obra literaria El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes.
Si recorre el restaurante-cafetería, observará que la decoración no es casual que, al igual que la gastronomía, alude directamente a Córdoba y su provincia con forja de la empresa Forja Arroyo del pueblo de La Rambla; y con cerámica de exquisito gusto de la empresa Ivanros con sede en La Rambla. Piezas primorosamente hechas a mano, destacando las texturas, los diseños y la amplia gama de colores que se pueden encontrar en las vajillas.
Asimismo, en la Alhacena, la tienda del Palacio de Congresos, se puede encontrar artesanía cordobesa de la Asociación de Artesanos de Córdoba, destacando principalmente la joyería como oficio tradicional característico de la ciudad de Córdoba. Joyas de filigrana cordobesa con homologación de la Junta de Andalucía que solo se puede encontrar en este lugar.
En definitiva, el principal propósito es el de acoger el producto local y de cercanía, proporcionar espacios para la manifestación de la artesanía cordobesa y propiciar el conocimiento a la ciudadanía de la materia prima del territorio cordobés y divulgar el oficio artesano de córdoba y su provincia.
FUNCIONES DEL EDIFICIO A LO LARGO DE LA HISTORIA
Hospicio y casa cuna
El Hospital de San Sebastián prestó servicios de asistencia y médico-sanitarios en la ciudad de Córdoba durante tres siglos hasta que fue transformado en Casa Cuna o de Expósitos desde 1816. Fue una necesidad urgente al acabar la Guerra Independencia debido a los duros acontecimientos que sufrió la Nación. Los gastos de la casa cuna se sufragaban a base de caridad y limosnas, pero eran insuficientes para su sostenibilidad por la gran penuria por la que se atravesaba. Fueron numerosos los niños huérfanos a causa de la guerra los que fueron depositados castigados por las grandes hambrunas y miserias por las que atravesaban sus familias. De ellos se ocupaban más de una centena de amas que tenían la obligación de criar a los niños ocupándose de amamantarles y darles de comer, lavar sus ropas, vestirles, acostarles, barrer, limpiar y asear las salas.
En estos tiempos, la mentalidad burguesa confería a las mujeres, el rol de “buena madre y mejor esposa”. De manera que el ejercicio de la piedad y caridad cristiana de la alta señora burguesa encontraría un vehículo de expresión con el establecimiento de sociedades de mujeres encargadas de menesteres de asistencia y beneficencia.
Años más tarde, La Junta Municipal de Beneficencia cambió el rumbo y decidió que Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul se hicieran cargo del cuidado del establecimiento en el año 1843, al tiempo que acordaba que la Junta de Damas estuviera al frente del patronato en conexión con las parroquias de la ciudad. Las religiosas atendían a unos cien y doscientos niños incluidos los bebés lactantes fuera del centro, disponiendo de un departamento de parturientas, un torno de los niños expósitos, una enfermería, cocina y lavadero.
La necesidad infantil continuó golpeando durante todo el siglo XIX por diversos avatares sociales y económicos y fue a mediados de siglo cuando las competencias de la Casa Cuna o Casa de Expósitos fueron transferidas a la Junta Provincial de beneficencia y empezaba a aparecer denominada como Casa Central de Maternidad, donde también acudían parturientas en condiciones muy precarias.
La función del edificio siguió siendo la de ingreso y velado de expósitos hasta bien entrado el siglo XX a fin de evitar en la medida de lo posible los infanticidios, siendo acogidos niñas y niños que hubieran nacido de ilegítimos matrimonios o huérfanos y que estos no fueran desatendidos a pesar del duro periodo de tiempo de la Guerra Civil y la postguerra. Los huérfanos y expósitos varones serían admitidos hasta los seis años para pasar después al Colegio Provincial de la Merced para la instrucción de primaria y aprendizaje de un oficio. Las niñas permanecían en el centro hasta que fueran adoptadas, se casaran o solicitaran su salida con la mayoría de edad, quedando todos a disposición e instrucciones de las Hermanas de la Caridad.
Tal fue el interés por la correcta atención de los infantes que, bajo la dirección del pediatra Doctor Gómez Aguado, se creó el primer laboratorio español con sede en Córdoba de leches preparadas para bebés. Hecho que causó hacia 1926 la reducción en la Casa Cuna de la mortalidad infantil situándola en una de las más bajas del mundo.
Colegio
El solemne edificio que un día proyectara Hernán Ruiz I como Hospital Mayor de Córdoba y luego Casa Central de Expósitos y de Maternidad, pasaba en el año 1964 a denominarse Colegio Isabel la Católica regentado por las Hermanas de la Caridad como centro e internado femenino.
Con el uniforme reglamentario de los colegios dirigidos por las Hijas de la Caridad, cada día se desayunaba y se iba a misa. Luego se acudía a clase de primer o segundo grado con la clásica enciclopedia y cuaderno de dictado en aquellos pupitres con tintero. En las paredes de las cuatro aulas no faltaba el crucifijo, algún mapa de España y la foto del Jefe de Estado. Las alumnas más mayores tenían las clases cerca del patio mudéjar y las más pequeñas junto al auditorio.
Al dejar los primeros grados se podía pasar a cursar bachillerato en el Instituto Góngora o en el López Neyra y las alumnas más aplicadas acababan ingresando en la Escuela de Magisterio o en la de Enfermería. Otras empezaban a incorporarse en el mundo laboral como empleadas de la Caja Provincial o incluso algunas internas solteras salían para trabajar en Telefónica.
El comedor se situaba en lo que hoy es el patio Media Azahara donde se realiza la actividad congresual, fue testigo de los distintos períodos de alimentación por los que pasó la institución. La época del racionamiento durante la postguerra del siglo XX, cuando los desayunos eran de la amarga achicoria, también llamada “café de los pobres” producto sucedáneo donde se desmigaba pan; o el almuerzo consistente en una dieta basada en legumbres. Eso sí, niño que no se comía las legumbres, tenía plato para rato, incluso hasta para una semana. Claro que los alumnos deseaban que llegaran las fiestas como las de la Diputación Provincial para un menú más especial.
Durante la vida en el internado, había que colaborar y trabajar en los quehaceres domésticos dejando algunas tardes para que las niñas bordaran mantelería. Pero también hubo momentos de diversión y fiestas como los días de Navidad y Reyes, la feria de mayo o las Colonias de Verano en Cerro Muriano.
Palacio de Congresos y auditorio
Abandonando por completo la función de hospital y de hospicio, en el año 1986 el Palacio de Congresos comenzó a arrancar con la adjudicación de concesión al empresario hostelero Antonio Adarve. Ese año estuvo marcado por importantes acontecimientos como el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea, mientras que el conflicto de Estados Unidos y Libia provocaba reacciones de llamamientos constantes a la paz. En ese momento Córdoba se postulaba como icono de la tolerancia coincidiendo con la celebración del XII Centenario de la Mezquita-Catedral y cuyos actos fueron inaugurados por los Reyes de España. Juan Carlos I en el Año Internacional de la Paz reseñó que “Aquí se encuentra hoy la clave del entendimiento entre Oriente y Occidente”.
Córdoba iba forjando el paradigma de la tolerancia con citas proclives al diálogo interreligioso como el llamado Coloquio para la Unidad Abrahámica que hizo coincidir a autoridades del Vaticano, miembros de Liga para el Judaísmo, la Liga Islámica Mundial o el secretario general de la Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz, entre otros. Pero el Palacio de Congresos también acogió importantes eventos como el VII Congreso Mundial de la Federación Amigos de los Museos con los más reputados expertos en la materia. Las salas del Palacio también daban sitio en verano a actividades formativas de un Festival de la Guitarra ya consolidado internacionalmente con la presencia de grandes intérpretes.
En la década de los años 90 del siglo XX, coincidiendo con la declaración de Patrimonio Mundial el Conjunto Histórico de Córdoba, la empresa cordobesa Concord liderada por Vicente Carmona resultó adjudicataria de la gestión y dirección del Palacio de Congresos respondiendo a una demanda cada vez más creciente del sector del turismo profesional de convenciones y eventos alcanzando su cenit en la primera década del siglo XXI.
Los eventos más significativos que se dieron en los últimos años del siglo XX en el Palacio de Congresos fueron por ejemplo la presencia de la Casa Real para presidir los actos del Día Mundial de la Cruz Roja o la inauguración del Gaseoducto Europa-Magreb.
Las puertas al nuevo milenio se abrían dándose circunstancias favorables para la enorme transformación de Córdoba en la que el Palacio de Congresos continuaría siendo testigo de los acontecimientos venideros.
Aunque el turismo de congresos se concebía como un segmento minoritario en tiempos en los que comenzaba a definirse el turismo cultural, el Palacio empezó a despegar. No tanto un número de eventos comparables a los de Madrid o Barcelona, sino por la calidad de los congresos que aquí se daban en un lugar privilegiado siendo el único edificio histórico de nuestro país con uso congresual en una zona declarada Patrimonio Mundial.
En la actualidad el auditorio principal del Palacio de Congresos tiene una capacidad total de 755 personas. Su diseño es fruto de la intervención efectuada en la segunda década del siglo XXI por la firma cordobesa de arquitectura LAP, que ha adquirido varios reconocimientos en materia de diseño arquitectónico, como el reconocimiento internacional por distintas revistas de arquitectura contemporánea. En el Auditorio se entabla un lenguaje contemporáneo dialogante con las formas preexistentes. Una actuación poco invasiva que crea una atmósfera cálida y acogedora acorde con las necesidades técnicas de un auditorio del siglo XXI renovado y elegante.
Con este contexto Córdoba se proyecta hacia el futuro con intención de ser modelo y referente en la actividad congresual.
visitas
Puedes vistar el Hospital de San Sebastián de forma guiada o libre.